Razones por la que, quizás, las elecciones se deciden (y decidirán ad infinitum) en las ánforas, al último momento (pero no importa las encuestas siguen siendo un buen negocio), más allá del sentimiento culposo del elector peruano al que le dicen que no hace bien su tarea:

- No hay político protagonista sin rabo de paja, por eso ese votante espera hasta el final, para ver quién es el menos malo (dígase, quién tiene menos roches, anticuchos, destapes, etc). Si lo dicen los medios, tiene que ser cierto, ¿no?

- Existe un sistema electoral que permite que sigan en juego esos políticos con rabo de paja. Y el sistema electoral lo estructuran los mismos congresistas. Menuda tragedia.

- Miedo. Purito miedo. Al rojo, al comunista, al capitalista, al populista, al dictador, al mentiroso, al chavista, al americanista, al chilenista, al chinista, etc. Ya ni se diga ladrón, porque en fin... ¿Por quién votaré?

- ¿Creer o no creer en el nuevo? ¿o en el viejo mañoso que ya conozco? Nuevo fue Toledo, nuevo fue Ollanta, nuevo fue Fujimori, etc. El nuevo de ahora de alguna manera se convierte en el político rabo de paja de hoy.

- Miedo (otra vez) a perder su voto. ¿Pero por qué vas a votar por el microbio político? ¿Pero por qué vas a votar en blanco/nulo?, ¡por tu culpa el país está como está! (ah, ¿no es por votar por alguien que está como está?) Vota por este mal menor, ¡es mejor! Y luego, en los medios después de más destapes en pleno gobierno: ¡aaaah es tu responsabilidad por haber votado por fulano de tal pues!